Cuando empezamos a emprender es como si entráramos en el mar con una red de agujeros diminutos. Por fuera el agua parece limpia y placentera, pero de cerca –me pasa a mí- la malla va devolviendo un montón de basurilla acumulada con el tiempo. Luego pasa lo que pasa: quieres pescar un salmón de cuatro metros, y te sale, agarrada a la caña, una bolsa de plástico o una bota vieja.
Ja.
Aclaro que el mar basto e infinito no es más que una metáfora de mi interior, el noble lugar de mi ser donde habitan mis creencias más rosas y las más retorcidas. También, mis yuyus más negros.
Así que de vez en cuando está bien esto de la inmersión: porque ojos que no ven, agua roñosa que te queda.
Te contaré en la próxima lo que me encontré buceando: hoy déjame salir a sentir el sol y pedalear muy rápido con Patti Smith. En 1977, el año que yo nací, Patti se cayó y se quebró varias vértebras mientras daba un concierto, en Florida. Descansó y, después de la rehabilitación, publicó dos nuevos discos antes de llegar los 80s.
A veces, solo hace falta descansar.